sábado, 14 de marzo de 2009

Una puñalada que me ha hecho sangrar


Una mirada, una voz, unos ojos... ya muestran más verdad que unas palabras. Las palabras son como esas palomas hechas de papel: tienen alas pero no pueden volar. Las promesas no se deben de decir, se deben de sellar. Son las que - a menos que el destino lo interrumpa - llegan a materializarse. Mientras escribo esto con un edding 1200 rosa en una posición incómoda (este texto lo escribí a mano ayer viernes por la noche) me doy cuenta que el escozor no me está aliviando, que va menguando y que el verdadero dolor flota sereno en la superfície del alma. No quiero que parezca que escribo esto para actualizar, porque de hecho lo escribí ayer porque lo tuve que hacer sin más, y fue después, a medida que escribía, que pensé en ponerlo en una entrada. Esta vez no ha sido así, no ha sido escrito para el blog, sino que he tenido que escribir esto porque ha surgido de repente, y como consecuéncia de algo que me ha sucedido. Una pequeña y dolorosísima escena de no más de uno o dos minutos. De algún modo, con el dolor, han aflorado las primeras palabras de este texto, de esta entrada. Lo demás ha surgido solo, como un directo de televisión. No es que quisiera dejar constáncia de este momento, pero tampoco quiero guardar dentro más dolor y a la vez olvidar su orígen, su naturaleza. Según lo que suceda con este blog en el futuro, quizá termine perdiendose en las profundidades de la red. Solo puedo terminar, diciendo que este viernes alguien me ha hecho mucho daño. Y me duele más por quién me ha provocado este dolor, que por el dolor en sí. Si esa persona me ha dicho eso, me ha dañado así, ¿que puedo esperar de las demás personas de este mundo? ¿que puedo esperar del mundo?

Estoy muy, muy dolida, y muy triste, y esa no es una descripción que haga normalmente de mí. Triste no es un adjetivo que suela usar para mí misma, otras palabras similares sí, pero triste no. Y por eso sé que es una herida que aunque con el tiempo olvide, con la monotonía de los días, será una herida irreversible.


Texto escrito ayer viernes 14 de marzo de 2009.

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