jueves, 25 de diciembre de 2008

El "sentido" de la Navidad


La Navidad en realidad no es luz, es oscuridad. De una tenebrosidad que recuerda a tradiciones cristianas cuyo fanatismo no tenía límite y llegaba más lejos de lo que el propio hombre hubiese imaginado de sí mismo.
La Navidad es esa tradición, una tradición que hace tiempo perdió sus raíces para convertirse en una, dos, tres o más instantáneas que te recordarán sucesivamente los cambios que has hecho a lo largo de tu vida.
La Navidad es un periodo de tiempo, entre el principio y el fin de un año, de un momento, en que ya nada tiene vuelta atrás –se cree- y en el que hemos de aceptar que todo es involuntario. Y así es, en teoría. En la práctica no. Pero eso todavía es ajeno a nosotros. La Navidad de momento, es sólo el momento de reunirse con la familia, con la gente en general –deseados y no deseados invitados- y de regalar como compromiso y de recibir. Conforme pasen los años y las décadas, la Navidad dejará de tener, un significado cristiano. Eso es algo meramente simbólico, al fin y al cabo, ¿Qué ateo no celebra la Navidad?
Yo sé de islámicos de origen –que no de práctica- que la celebran. Esto debido al roce de una cultura occidental que guarda los orígenes para explicarse leyendas que jamás existieron. Aunque –al menos- muchos de ellos son conscientes. La Navidad es realmente mágica, para mí es el período más sin sentido y brillante del año. La Navidad es locura general, ese es en el fondo el espiritu navideño. A veces incluso parece que una sobredosis de marihuana haya hecho efecto entre los invitados de la cena/comida/reunión. Feliz Navidad.

martes, 23 de diciembre de 2008

Las verdades de Marina






Marina me dijo una vez que sólo recordamos lo que nunca sucedió.




Y...




que por alguna razón, la vida suele brindarnos aquello que no buscamos.




Marina, Carlos Ruiz Zafón.




Más de un año recordando a Marina.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Roles previamente adjudicados







A veces me pregunto si realmente existe alguna razón –biológica, instintiva o de cualquier tipo- para que la mujer esté –supuestamente- mejor capacitada para unas cosas y el hombre para otras.

La mujer –mujer estereotipada, claro- tiene un mayor instinto maternal que el hombre. Y esto en todo el reino animal –por lo general, sin entrar en las escasas excepciones-.

Pero eso totalmente lógico: la mujer aguarda a su hijo durante meses, da a luz y es, por tradición, la que lo cría.

El hecho es que la mujer da la vida y eso siempre ha sido y será el poder. El poder en manos de la mujer.

En el Antiguo Egipto, precisamente por eso, eran vistas con suma importancia y respeto. Ellas eran tan importantes como los hombres, y gozaban de las mismas libertades, y los mismos cargos. Ellas no necesitaban un hombre que fuese su tutor.
Sin embargo, con los años, los siglos y los diferentes reinados, la mujer egipcia fue considerada como las mujeres romanas. Perdieron todas sus libertades, derechos y posibilidades, y hasta día de hoy no son más que el eslabón perdido entre la esclava y la sirvienta.

La mayoría de culturas eran –y son- así.

¿Por qué? Siempre hay un por qué, detrás de la mayoría de cosas.

Hoy en día, el motivo se debe a pura tradición anclada. El neomachismo es el diagnostico que reciben los hombres de los países modernos que creen que la mujer es mujer trabajadora, ama de casa y objeto de deseo –en el peor sentido de la palabra- a jornada completa.

No hay sueldos, hay restricciones y disciplinas. Y la mujer debe cumplir.

La mujer como objeto sexual –y vuelvo a decir, que en el peor de los sentidos- no es un invento del porno del siglo XXI ni de las firmas de cosmética-. La mujer es eso desde el inicio de los tiempos.

Aquí y en la China, siempre ha sido así. Las mujeres tienen poder sobre el hombre y sobre la vida. Las mujeres son las verdaderas conductoras y en ellas están los grandes cambios de la humanidad. Los posibles grandes cambios.

Los roles, el de papá y mamá, el de niño y niña, el azul y el rosa, son sólo parte de una sociología predecible que una vez tras otra se incrementa en cada cuento, en cada film infantil.

Para niños y para niñas. Las niñas bebé visten de rosa, y los niños bebé de azul.

Luego las niñas pasan a preocuparse por su belleza el triple que los niños. Ellas se deben a cada detalle de un esplendor inalcanzable.

Y a día de hoy, ¿hay quién se sorprenda de que la celulitis sea un invento francés?

Los roles se adjudican en medida del sexo, antes de que uno nazca.

Pero lo malo del caso, es que el hombre cada vez es menos valiente y patriarcal, y la mujer cada vez es más bella y dulce, a la vez que valiente, patriarcal, maternal…¿hay algo equitativamente repartido?






Y es que sólo las niñas juegan a mamás y a papás.

Entrevista recomendable: http://www.juliaardon.com/2008/09/eliette-abecasis-la-celulitis-es-un-invento-frances-por-luis-amiguet/

Sin manzanas envenenadas


Quiero que me cuenten un cuento. Ya estoy harta de los cuentos de Pan y Pimiento, ahora quiero un cuento que no tenga fin. Quiero un cuento que me lo cuente todo sin decirme nada, cuyas letras expliquen la historia de un mundo ajeno a la humanidad. Quiero un cuento donde haya un unicornio blanco y mágico que pueda volar, y donde las noches estrelladas no desaparezcan nunca. Ésta vez quiero un cuento que me haga soñar de verdad, y que no me deje despertar jamás. Quiero un cuento que me haga olvidar que existe una falsa realidad. Quiero un cuento que me lleve al infinito sin moverme de la silla y que me haga llegar hasta donde termina el universo y empiezan otros lugares. Quiero un cuento donde no exista la ley de la gravedad, ni los malos ni los buenos. Quiero un cuento que nadie haya escrito. Quiero un cuento donde no haya diferencia entre la tierra y el cielo. Ese tipo de cuentos que nadie conoce. Ese tipo de cuentos que ninguna persona sería capaz de escribir. Quiero un cuento que yo pueda verlo todo, donde los secretos sean desconocidos por todos y donde la magia sea algo tan común que no exista la mágia propiamente. Quiero un cuento donde las cosas tengan más vida que las personas, donde las personas no existan y las vidas no terminen ni empiecen.

Un cuento no debería tener princesas buenas, bellas y desgraciadas con hadas madrinas que las hagan ricas y esplendidas. No deberían existir brujas malvadas y amargadas a las que todos odian. No deberían existir príncipes ricos, guapos y perfectos a los que un beso les basta para enamorarse de su ego femenino. No deberían existir mentiras. No deberían existir roles. No debería existir el bien o el mal.

Quiero un cuento que ningún humano sea capaz de narrar.

sábado, 20 de diciembre de 2008

El mundo también fue joven


¿Por qué lo olvidamos?

¿Dónde se quedó nuestro coraje, nuestro valor?
¿Dónde olvidamos las revoluciones, las luchas?
¿Dónde quedó la pasión, la sangre?

¿Qué fue de aquel mundo que peleaba por la justicia, los derechos, la verdad?

¿Por qué ya no nacen hombres y mujeres dispuestos a morir por una causa? ¿Dónde estaban aquellos enamorados que morían por amor?
El mundo también fue joven. En el romanticismo.
El mundo hoy es viejo, sabio, enfermo. El mundo tiene demencia senil.
Pronto llegará el alzhéimer.
Ahora las cumbres ya no son borrascosas.
¿Qué es lo que nos importa ahora? ¿Para que vive el hombre?
¿Cuál es el sentido de ésta época? ¿Qué historia estamos viviendo?

Ésta ya no es la guerra de los hombres, es la guerra del poder.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Por los siglos de los siglos



Es el tiempo inocente y perverso, me recuerda a alguien. Él jamás existió, pero es el tiempo lo único que importa. La mente humana lo creó, lo mide constantemente con un aparato diabólico que avanza siempre del I al XII. Pero ahora la humanidad lo odia y a la vez no puede evitar sentir un irresistible coqueteo por él. Quieren todos vivir por siempre. ¿Por qué?
No hay nada peor que ser inmortal.
La muerte nos persigue y es lo único certero de ésta vida. Pero nosotros, los humanos, somos incapaces de reconocerlo. No podemos evitar sentir miedo al paso irrefrenable del tiempo. No podemos evitar el pavor de la vejez acechando. O por el contrario, no podemos evitar despojarnos de nuestra propia vida, toda ella llena de momentos y sensaciones, de la forma más rápida posible.

¿Por qué?

No hay nada que detenga el paso del tiempo. No existen cremas que resten años, curas médicas milagrosas ni máquinas del tiempo que puedan superarle.

Aquí estamos.

Pero tengo miedo. Miedo de que el hombre sea capaz de acabar con lo único que aún puede contra él: el tiempo, el destino y el fin.

Puede que las cremas que resten años, las curas milagrosas y las máquinas del tiempo existan. Porqué existe el pasado, el presente y el futuro.

Algún día podremos jugar con el tiempo. Algún día nos reiremos de la muerte. La humanidad no es capaz de aceptar la muerte como una sombra calma que nos mece dulcemente en la cuna desde el momento en que nacemos.

La humanidad no es capaz de aceptar que morirá, un día u otro. Porqué una mujer de noventa y tres años puede morir en cualquier momento. Y no es eso una desgracia, es un ciclo. Un ciclo natural y mágico a un mismo tiempo. Porqué nadie debería luchar contra la muerte. Aunque ésta aparezca como una enfermedad con solución. Cuándo la vida ha llegado demasiado lejos, es el momento de empezar a caminar…
Porqué avanzar es el camino. El camino a un nuevo paso.

Todo el mundo cree que las segundas partes nunca fueron buenas. De las películas, de los libros,…

Pero, ¿quién dice que la vida fue la primera parte?

Un día la humanidad destruirá el tiempo del mismo modo en que lo creó.

Puede que entonces las agujas de los relojes vayan del XII al I, y no al revés.

http://www.revistaesfinge.com/?p=131